
Preescolar
El niño pequeño plantea un gran desafío para el adulto consciente, como padres y educadores tenemos la misión de protegerlo de todo tipo de educación cual filosofía no nace del amor y respeto por el mismo. Es nuestro deber guiarlo y prepararlo para una vida plena sin frustrar sus alcances.
En los primeros años de vida debemos visualizar al niño en su totalidad como un órgano sensorial abierto a todo tipo de experiencia. El niño aprende a través de su cuerpo y en la consciencia plena de que el mundo es bueno, todo lo que lo rodea es bueno, todas las personas son buenas; por lo que tiene plena disposición a la imitación.
Como adultos, padres y educadores más allá de cuidar nuestras palabras al dirigirnos a él, debemos cuidar nuestro comportamiento, nuestras acciones, nuestras costumbres, nuestro modo de relacionarnos y nuestros hábitos, porque es a través de ellos que aprende. De los 0 a los 7 años el niño es un reflejo absoluto de los adultos que lo rodean.
El niño que en esta etapa crece en un entorno amoroso, desarrolla actividades al aire libre y en contacto con la naturaleza, se alimenta de manera saludable y tiene una solida experiencia sensorial del mundo a su alrededor, tiene todos los «nutrientes» necesarios para su sano y oportuno desarrollo.